Durante 2013, las cotizaciones bursátiles de
las empresas de tecnología estuvieron al alza, las adquisiciones de empresas
alcanzaron un máximo que no se había visto en 14 años, salieron a bolsa más
start-ups que nunca desde el boom de las punto com, y las entusiastas
expectativas por el poder transformador de tecnologías como los aviones no
tripulados y las impresoras 3D para consumidores comenzó a desafiar la realidad
práctica.
Los rumores sobre una burbuja de tecnología
son más fuertes en torno a los medios sociales. En ese campo, los empresarios
pueden, con inversiones que han alcanzado mínimos históricos y un poco de
suerte, llegar rápidamente a un público históricamente alto. Hay que tener en
cuenta que el tamaño del público de Facebook es aproximadamente el mismo que el
de los Juegos Olímpicos por televisión, que hasta hace poco eran el mayor
evento mediático mundial. Vivek Wadwha, que colaboró con nosotros contándonos
por qué Silicon Valley es tan excepcional, se declara escéptico. Cree que nuevas empresas como Snapchat y Twitter, que
recaudó cerca de 1.800 millones de dólares (1.305 millones de euros) en una
oferta pública inicial este año, son parte de una "burbuja que sin duda
estallará y dañará el sector de la tecnología". Afirma que el motivo se
debe a que estas empresas tienen ingresos poco fiables y ninguna gran ventaja
tecnológica sobre sus competidores.
Así que antes de acabar el año, era natural
preguntarse si se está empezando a formar otra burbuja tecnológica. En
noviembre, el Wall Street Journal y otros medios informaron que Snapchat, la
start-up social formada hace dos años y que ha logrado beneficios, creadora de
una aplicación para teléfonos inteligentes para enviar mensajes que desaparecen
rápidamente, había rechazado una oferta de adquisición por 3.000 millones de
dólares (2.176 millones de euros).
Pero si bien podría existir una burbuja en
los medios sociales, una lectura más real de este año en cuanto al negocio de
la tecnología es que algunos han sacado provecho, y otros no. Aunque los
rápidos cambios tecnológicos han reportado enormes beneficios a aquellas
empresas capaces de sacarles partido, muchas otras tuvieron problemas para
seguir el ritmo. Y en algunas áreas, como por ejemplo la tecnología de la
energía, una serie de deficiencias a la hora de financiar la innovación ha
hecho que hubiera poco soporte para el tipo de avances que la sociedad
necesita, y que van mucho más allá de una nueva aplicación para fotos.
A nivel mundial, el cambio más rápido está
siendo impulsado por los ordenadores móviles, cuya extensión marca un cambio
fundamental en las principales plataformas informáticas del mundo, y está
definiendo a ganadores y perdedores con una velocidad asombrosa. A lo largo del
año, Microsoft anunció un nuevo liderazgo, Nokia vendió su negocio de telefonía
a Microsoft, BlackBerry se acercó un poco más a la bancarrota e Intel tuvo
problemas con la disminución de la cuota de mercado, puesto que vende menos
chips para smartphones. En términos más generales, la vida útil de todas las
grandes empresas podría estar acortándose cada vez más debido a los cambios
tecnológicos.
El esfuerzo por mantener el ritmo no se ha
limitado a las empresas. Diversas regiones desde Pekín a Las Vegas, pasando por
Israel, también compiten entre sí, y nadie quiere quedarse fuera del boom de la
tecnología. Todas ven en la vanguardia tecnológica un futuro económico más
atractivo. Pero lograrlo no es fácil. Muy pocas ciudades son capaces de crear
la masa crítica necesaria para convertirse en centros de innovación. Y las
ventajas regionales también pueden perderse. Durante 2013, la ciudad de
Detroit, que en su día fue el centro industrial más dinámico del mundo, se
declaró en quiebra.
Eso no significa que la innovación
automovilísitica haya terminado. Todo lo contrario. El director general
tecnológico más célebre del año fue Elon Musk, cuya compañía, Tesla Motors,
vendió sus caros vehículos eléctricos alcanzando cifras superiores a los 1.000
millones de dólares (725 millones de euros). Tesla ha desarrollado un enfoque
innovador para las baterías y para cargar coches eléctricos que les da un
alcance mucho mayor y hace que sean más prácticos. Fisker, su competidor,
intentó comercializar un coche basado más en la apariencia que en la mejor
tecnología disponible, y finalmente se declaró en quiebra.
Los rumores sobre una burbuja de tecnología
son más fuertes en torno a los medios sociales. En ese campo, los empresarios
pueden, con inversiones que han alcanzado mínimos históricos y un poco de
suerte, llegar rápidamente a un público históricamente alto. Hay que tener en
cuenta que el tamaño del público de Facebook es aproximadamente el mismo que el
de los Juegos Olímpicos por televisión, que hasta hace poco eran el mayor
evento mediático mundial. Vivek Wadwha, que colaboró con nosotros contándonos
por qué Silicon Valley es tan excepcional, se declara escéptico. Cree que nuevas empresas como Snapchat y Twitter, que
recaudó cerca de 1.800 millones de dólares (1.305 millones de euros) en una
oferta pública inicial este año, son parte de una "burbuja que sin duda
estallará y dañará el sector de la tecnología". Afirma que el motivo se
debe a que estas empresas tienen ingresos poco fiables y ninguna gran ventaja
tecnológica sobre sus competidores.
Esa es una predicción bastante atrevida.
Durante 2013, Facebook desafió a aquellos escépticos que creyeron el cambio a
la navegación móvil acabaría con sus ingresos por publicidad. De hecho, MIT
Technology Review fue el primero en informar de que Facebook había resuelto su
problema en el ámbito móvil de forma audaz, publicando grandes anuncios que no
parecían importarles a los usuarios. A lo largo del año, las acciones de la
compañía se recuperaron después del bajón que habían sufrido previamente.
En la Escuela de Negocios de Harvard (EEUU),
el experto en capital de riesgo Josh Lerner señala que esta industria también
se ha escindido en ganadores y perdedores. Algunos fondos recaudaron más de mil
millones de dólares en 2013 para invertir en start-ups. Pero al margen de los
resultados generalmente pobres, muchas otras han desaparecido o han sido dejadas
de lado, provocando lo que Lerner denomina como "consecuencias radicales
para los emprendedores". Por cada start-up social popular, hay una
veintena de empresas para las que, según afirma, "la reducción de la
cantidad de capitalistas de riesgo activos ha hecho que la recaudación de
dinero sea mucho más difícil". La aparición de nuevas estrategias para la
recaudación de fondos, como por ejemplo las inversiones colectivas en línea,
sólo compensan una parte de estos cambios.
La tecnología energética es un ejemplo de
ello. Las start-ups dedicadas a las energías renovables están teniendo
problemas después de que el auge de hace unos años acabara siendo un fracaso.
Han cerrado tantas empresas de energía solar y baterías que este año dedicamos
bastante tiempo a destacar el trabajo de los supervivientes. Aquellos
inversores que en su día predijeron la solución al cambio climático se han
quedado sin nada que decir. Por el contrario, de lo que se habla ahora es de
cómo los proyectos pueden ser financiados con donaciones de famosos como el
actor Will Smith. En otras palabras, estos no son negocios sino acciones de
caridad.
El tema del éxito y el fracaso afecta a
todos. La noticia de negocios más leída en MIT Technology Review en 2013,
"De cómo la tecnología está destruyendo el empleo", se centró en el
debate sobre si la tecnología está automatizando trabajos de oficina de clase
media y haciendo que dejen de existir. Si es así, nos dirigimos hacia un futuro
sombrío en el que la productividad se mantendrá en alza pero no el empleo,
creando una nueva clase de personas con carencias a los que nos referiremos
como los "desempleados tecnológicos".
Mientras tanto, aquellos que han logrado
dominar la automatización siguen acumulando fortunas multimillonarias y
saboreando la ambición de conquistar el mundo. Amazon, dirigida por Jeff Bezos,
ha utilizado la tecnología para dominar el comercio electrónico hasta el punto
de que sus ventas hoy día son iguales a las de sus doce mayores competidores en
línea juntos. Durante 2013, Google, a la que le sobra el dinero gracias a sus
propios anuncios automatizados, parecía creer que ningún mercado estaba más
allá de su influencia, ya que anunció una serie de "enormes
lanzamientos" tecnológicos en nuevas áreas. La compañía lanzó el Proyecto Loon,
un experimento para crear una red inalámbrica con globos, financió una compañía
para curar el envejecimiento y más tarde inició una ola de compras de robots
para un proyecto hasta ahora desconocido.
Debemos dar crédito a Google por ver
oportunidades en un entorno como el actual. Pero el rápido ritmo de la
tecnología y la forma en que se concentran la riqueza y los recursos también
son algo por lo que preocuparse. En una acción de teatro organizada, en
diciembre varios manifestantes comenzaron a bloquear los autobuses privados que
transportan a los empleados de Google desde los barrios de San Francisco a su
sede, Googleplex. Rompieron ventanas. Usaron amenazas. A los manifestantes les
molestaba el aumento de los alquileres y los desalojos en sus vecindarios.
Pertenecen al grupo de aquellos que han acabado perdiendo, dejados al margen de
la exitosa burbuja tecnológica.
Por Antonio Regalado
Traducido por Francisco Reyes
