viernes, 26 de enero de 2018

El sector tecnológico necesita un millón de trabajadores

DAVOS — Si los robots, la nanotecnología, el aprendizaje automático y las impresiones 3D ya van a hacer todo el trabajo, ¿qué diablos harán los humanos de nueve a cinco?

Esta fue la cuestión de cabecera que centró el panel que dirigí en el Foro Económico Mundial de Davos esta semana. Con el título “Putting jobs out of work”, el panel ‒que me alegra informar que se llenó‒ estaba formado por expertos de todo el mundo para debatir sobre la naturaleza y el futuro del trabajo.

En realidad (por así decirlo), es el tema central de las jornadas de trabajo del Foro Económico Mundial, no solo ahora, sino a lo largo de sus 48 años de historia y seguramente en los años venideros. El trabajo por supuesto está en la raíz de muchos de los cambios socioeconómicos y políticos que tienen lugar en el mundo. El trumpismo, el Brexit y los nacionalismos económicos son parte de una reacción a la dislocación y ansiedad que acompañan a ese cambio.

Sin duda, la tecnología y la revolución digital son la causa inmediata de todo esto. ¿Cómo llevan esta perturbación las personas y las instituciones, empresas y gobiernos?

Para tener un poco de contexto, preguntamos a Yuval Noah Harari, profesor de historia en la Universidad de Jerusalén, y autor del muy respetado libro titulado Sapiens: de animales a dioses, sobre la historia del trabajo.

“Durante muchos años, los humanos no trabajaron”, dijo. “Sobrevivieron. El trabajo es una noción moderna. La ansiedad por perder el trabajo ya tiene algún tiempo”.

Harari señalaba que durante los pasados dos siglos la gente ha predicho que las máquinas estaban quitándoles los puestos de trabajo. Esta vez “podría ser cierto”, dice. “Como en el cuento de Pedro y el lobo, al final el lobo vino realmente”. Lo que significa que la magnitud de la adopción y sofisticación de las máquinas hoy en día es tal, que una gran porción de trabajos está bajo amenaza. De hecho, McKinsey estima que en la próxima década, más o menos, un tercio de todos los trabajadores en Alemania y Estados Unidos tendrán que encontrar trabajo en otras ocupaciones.
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“Creo que nos enfrentamos a una crisis de la que no estamos hablando lo suficiente”, decía Arlie Hochschild, durante muchos años profesora de sociología en la Universidad Cal Berkeley y autora de Strangers in Their Own Land, un libro sobre la clase trabajadora blanca en Luisiana. Hochschild explicaba que ni la izquierda ni la derecha política decían que la automatización ya estaba aquí y que debíamos afrontarla con educación continua. “Mi miedo es que los líderes políticos usen esa ansiedad que genera la crisis para culpar a la gente que no tiene la culpa como los negros y los inmigrantes”.

Vijayakumar, director general de HCL Technologies, y una firma terceriarizada con sede en la India, rebatió los miedos de Harari. “Si observas el problema y te centras en el sector tecnológico, el lobo no está viniendo”, decía mirando Harari. El argumento de Vijayakumar es que simplemente hay suficientes trabajadores calificados para cubrir los puestos de trabajo requeridos en las tecnologías de la información. “Probablemente haya un millón de puestos de trabajo en el sector tecnológico que no están ocupados con el nivel de talento adecuado”, dijo.

Mary Flanagan, una artista interdisciplinaria, humanista y profesora de humanidades digitales en la Universidad de Dartmouth tuvo una perspectiva creativa en lo referido al trabajo. “Si no hubiésemos tenido esta noción de trabajo de nueve a cinco [en la historia], podríamos ver cambios a formas de trabajo desconocidas”, dice Flanagan. “Por ejemplo, piensen en asociaciones tecnológicas con grupos de personas que trabajan de forma independiente, como cooperativas. Creo que vamos a ver una gran cantidad de nuevos formatos para empresas y corporaciones sobre los que ahora no tenemos grandes conocimientos”.

Hablamos sobre qué trabajos estaban más amenazados por el avance de la tecnología, como los cajeros ‒ destacado por la apertura de la tienda sin cajeros de Amazon esta semana ‒ y los camioneros, con una eventual adopción de camiones sin conductor. Trabajos más seguros ‒además de los de tecnologías de la información y CTIM, por supuesto‒ podrían ser jardinero, odontólogo y cura. Aunque quizás no con respecto al último ejemplo. ¡Ahora existe una app llamada Confession con un menú desplegable de pecados!

La animada discusión continuó con algunas excelentes preguntas del público. Fue difícil llegar a conclusiones, salvo por el hecho de que todo el mundo coincidió en que en el futuro habría mucho más pensamiento sobre ello y que llegarían soluciones. sector tecnológico