Bill Gates, el eterno líder de Microsoft, abandonó esta semana el cargo institucional de presidente para retomar un papel que le permita marcar las líneas maestras de los futuros productos de la empresa que fundó en 1975, un regreso con interrogantes en un momento de transición para la firma.
Su nueva posición de asesor conlleva mantener reuniones semanales con los grupos que desarrollan las tecnologías con las que Microsoft aspira a liderar el sector, algo en lo que Gates empleará un tercio de su tiempo, según sus propias palabras.
"Será divertido", aseguró el padre de Microsoft en un video en el que celebraba el nombramiento de Satya Nadella como nuevo consejero delegado de la compañía.
Nadella sucedió a Steve Ballmer, quien en 2000 reemplazó a su vez en ese cargo a Gates, que pasó a ejercer como jefe de Software de la empresa hasta 2008, cuando se apartó del trabajo diario para quedar en un segundo plano como presidente del Consejo de Administración.
"Fue una decisión difícil", confesó Gates cuando se supo que daba un paso atrás, si bien Gates no llegó a irse del todo. Es el máximo accionista individual de Microsoft y controla más de un 4 % de los activos del gigante informático, unos títulos que lo han convertido en la persona más rica del país.
Su influencia durante la era Ballmer, su amigo de la adolescencia con quien tiene una compleja relación, llevó en 2013 a importantes grupos de accionistas a presionar para apearlo de la presidencia para dar un giro al rumbo de Microsoft .
Desde el advenimiento del iPhone en 2007 y el florecimiento del mercado de los teléfonos inteligentes y las tabletas, el negocio del PC ha ido perdiendo terreno y con él las posibilidades de Microsoft de vender licencias de su sistema operativo Windows, el que en otro tiempo era el software omnipresente en hogares y empresas.
Hoy en día, los teléfonos inteligentes se han convertido en la puerta principal a internet para más de un tercio de los estadounidenses, según Pew Research Center, en vez del computador de siempre.
Esa transición ocurrió durante los años que Gates ha estado más ausente de Microsoft y centrado en la filantropía.
El dominio en el negocio del móvil de Google y Apple ha llegado al punto de que parte de los inversores en Microsoft son partidarios de dar la batalla del consumidor por perdida y apostar por trabajar en servicios para empresas, un baluarte para la compañía.
Ni Ballmer ni Gates se han mostrado dispuestos a tirar la toalla, y la última reestructuración de la directiva esta semana no les impedirá seguir influyendo, como pretendían algunos inversores.
Ballmer continúa formando parte de la junta directiva y Gates vuelve a arremangarse la camisa y a pasearse por los pasillos de la sede de Redmond como un trabajador más.
"Estoy entusiasmado de que Satya me pidiera que diera un paso al frente y aumentara sustancialmente el tiempo que paso en la compañía", manifestó Gates, cuyo rol de asesor fue presentado como una idea de Nadella. Así lo explicó el recién nombrado consejero delegado a los empleados en un correo electrónico.
Para algunos analistas, esto es un signo de debilidad de Nadella que encumbra a Gates como "salvador" y mano derecha necesaria para afrontar el desafío que Microsoft tiene por delante.
"Tenemos un líder fuerte", declaró Gates, que está llamado a suplir la falta de experiencia en desarrollo de productos (como los dispositivos móviles) de Nadella, quien sí es muy ducho en servicios para empresas y en la nube.
Un tándem que podría funcionar, como apunta la analista de Re/code Kara Swisher, No en vano, Gates desveló en 2000 la primera tableta informática de pantalla táctil, una década antes que el iPad, y ese mismo año ponía a la venta el primer PC de bolsillo, predecesor de la era móvil actual.
Pero Gates ha vivido la revolución tecnológica de los últimos seis años alejado de la acción aunque siguiera pendiente del devenir de la empresa y eso plantea dudas sobre su capacidad para ser el gurú que aporte las respuestas que Microsoft requiere dar ante los retos del mercado.
Nadella, por su parte, tiene que lidiar con una empresa donde sus viejos y carismáticos líderes nunca terminan de retirarse del todo, lo que podría complicar su gestión en caso de desavenencias.
Por el momento, la bolsa recibió los cambios en Microsoft con cautela. Las acciones de la tecnológica cotizaron al cierre del viernes en Wall Street casi al mismo nivel que tenían a última hora del martes, la víspera del regreso de Gates.
Fuente: