Washington, 12 may (EFE).- Los nuevos aranceles que el presidente de EE.UU., Donald Trump, quiere imponer a las importaciones chinas podrían poner en aprietos al gigante tecnológico Apple, ya que la mayoría de sus cadenas de montaje para los celulares iPhones se encuentran en China.
Este lunes, Apple se enfrentará por primera vez a los mercados después de que el viernes pasado Trump iniciara el proceso para imponer aranceles en 300.000 millones de dólares en importaciones chinas, lo que sumado a los gravámenes actuales cubre el valor total de los bienes chinos importados anualmente por EE.UU.
Hasta ahora, Apple casi no ha sufrido los estragos de la disputa comercial y, de momento, los gravámenes solo han afectado a circuitos electrónicos y chips para computadoras.
No obstante, si Trump finalmente tasa todas las importaciones de productos chinos, el impacto para los iPhones -cuyas partes se unen en China- podría ser enorme y la compañía tendría que elevar el precio de los celulares o absorber el costo y disminuir sus beneficios.
Por otro lado, la empresa de la manzana mordida depende económicamente de China, Hong Kong y Taiwán, donde efectúa una quinta parte de sus ventas, de manera que Apple se encontraría en una situación de vulnerabilidad si el Ejecutivo chino decide tomar represalias contra EE.UU. por los nuevos aranceles.
En varias ocasiones, Trump ha pedido públicamente a Apple que traslade desde China a EE.UU. sus cadenas de montaje y el sábado, sin referirse a la compañía, dijo en Twitter: "¿Cuál es el camino más fácil para evitar los aranceles? Hacer o producir tus bienes y productos en el viejo y bueno EE.UU. ¡Es muy fácil!".
Mientras tanto, el consejero delegado de Apple, Tim Cook, no se ha posicionado sobre el asunto, aunque en el pasado se ha mostrado optimista sobre las negociaciones.
Sin embargo, esta semana, Apple vivió su peor semana del año en Wall Street, donde sus acciones cayeron un 6,9 %.
Las tensión entre Pekín y Washington escaló el viernes cuando comenzó a aplicarse la subida de aranceles del 10 % al 25 % a importaciones chinas por valor de 200.000 millones de dólares, después de que Trump reprochara a China haber tratado de renegociar el acuerdo "en el último minuto".
El viernes, el encargado de comercio exterior de EE.UU., Robert Lighthizer, y el jefe negociador de China, el viceprimer ministro Liu He, se reunieron en Washington para tratar de alcanzar una solución a las tensiones, pero la cita acabó antes de lo esperado y sin acuerdo.
Por la noche, Lighthizer anunció en un comunicado que Trump le había ordenado comenzar el proceso para tasar el resto de las importaciones chinas, una decisión que eleva al máximo la tensión comercial y que podría impactar en algunos de los productos más cotizados por los consumidores estadounidenses, como los iPhone.
De hecho, los aranceles impactarían en el 100 % de los juguetes y equipamiento deportivo que China vende a EE.UU., así como el 93 % de los zapatos -incluidas las deportivas Nike-, el 91 % de la ropa y el 67 % de los aparatos electrónicos, según un estudio del Instituto Peterson, un centro de pensamiento de Washington.
De esa forma, si las nuevas tarifas entran en vigor, la guerra comercial se convertiría en una realidad para los estadounidenses, que podrían ver cómo aumenta el precio de la ropa que compran en las cadenas Walmart y Target, que dependen de productos más baratos importados de China.
En declaraciones a la radio NPR, Dan DiMicco, exasesor de Trump durante la campaña de 2016, consideró que los estadounidenses no deben estar preguntándose "cómo conseguir ropa interior más barata", sino que deben enfocar sus energías en ganar la "batalla existencial" contra China.
El lunes, la Oficina del Representante de Comercio de EE.UU. ofrecerá detalles sobre la decisión de Trump de tasar el resto de importaciones chinas.
En una entrevista con la cadena Fox, el principal asesor económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow, explicó que esas nuevas tarifas podrían tardar "dos o tres meses" en implementarse porque antes deben ser sometidas a un proceso de debate público, en el que los estadounidenses pueden proponer cambios a la iniciativa.
Una vez que concluya ese proceso, "el presidente tendrá la última palabra", según dijo Kudlow, que abrió la puerta a que esos aranceles no acaben imponiéndose si hay cambios en la negociación.
De hecho, Kudlow anunció que Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, se reunirán probablemente en junio en los márgenes de la cumbre del G-20 en Japón para conversar sobre comercio.
La última vez que Trump y Xi se reunieron, en la cumbre del G-20 de Buenos Aires en diciembre de 2018, acordaron una tregua en la disputa comercial. EFE